A mí no me preocupa un hije gay, trans o no binarie.
¿No te preocupa que le regalen cocinita y juguetes de niña? Con ese tipo de preguntas me he encontrado en varias ocasiones, tanto en escenarios familiares como públicos. Detrás de la aparente pregunta sobre la "preocupación" está evidente toda homofobia, transfobia, el odio a la diversidad internalizado y el machismo que ha normalizado una masculinidad tóxica. Desde que supe que tendría a un bebé que nacería con el sexo asignado al varón, o sea, que la sociedad le asumiría como un hombre con todos los estigmas y expectativas que eso tiene, me comprometí en hacer todo lo que estuviera de nuestra parte para criarlo con una noción de equidad, de amor a la diversidad y de libertad para elegir y decidir sobre si misme. Nosotres quisimos nombrarle Lucas, pudimos haberle llamado Luz pero imagínense con lo que nos hubiéramos topado. Lucas significa iluminado, luz, quien ilumina y a nosotres criarle nos ha iluminado y enseñado a mirar distinto constantemente.
Recuerdo una ocasión en la que estábamos en un hotel y Lucas (nuestros hije de 2 años) necesitaba un traje de baño pero solo había versiones en colores rosados o tonos asociados a lo femenino y algunos florales, pensamos comprarlo pero no había su tamaño. Fuimos donde la cajera y le preguntamos si había otras opciones o tamaños, su respuesta fue algo como "solo hay de niñas" a lo que el papá de Lucas dijo "ese tipo de cosas deberían poder usarlas cualquiera" y los ojos de asombro de quien nos atendía seguidos de un " Ay no, pero ¿como le vas a poner algo de nena?..." y por ahí alguno que otro comentario en esa dirección, al final nos fuimos sin nada.
Cuando elegimos juguetes, ropa, o cotidianidades para Lucas, hacemos constantemente el ejercicio de deconsturirnos de asumirnos socializades desde las expectativas y roles de género y reconocer nuestros límites de entendimiento. En ese proceso validarnos las experiencias y acercamos más conscientemente a las historias de les demás nos permite aportar hacia una crianza para la equidad, para la paz y la libertad. Lo hacemos todo el tiempo, lo practicamos, lo ensayamos y aprendemos como familia a ser mejores seres humanes, a aportar al respeto, a amar la diversidad y esperamos que a través del ejemplo nuestro hije pueda asumirlo mejor de lo que podemos nosotres.
A mí no me preocupa que Lucas, con nombre de varón, nacido con pene, tenga una cocinita, una muñeca, una varita mágica, tampoco me preocupa que tenga un carrito, un bate de beisbol o una pelota, trato de no asignarle género a esas cosas pero inconscientemente ese aprendizaje de más 27 años de vida socializada como mujer, en una sociedad patriarcal, aflora y está internalizado. Sin embargo, creo que mi hije es y debe ser un ser libre, un ser capaz, una persona en formación a la que le respetaremos sus decisiones, sus orientaciones, sus deseos y a la que le acompañaremos a aprender y desaprender constantemente.
Quiero que mi hije sea lo que quiera ser, decida en libertad, sepa que puede ser tal y como lo desee siempre que sea en amor, en respeto, en solidaridad y conciencia de equidad. Educo y crío para que sepa que en caso de que se asuma en una identidad masculina, hay masculidades contestarias, conscientes de sus privilegios y capaces de transformar(se). A mí no me preocupa tener un hijo gay, trans, no binarie, yo quiero un hijo libre, un ser feliz, un ser que conviva en paz con les demás. A mí no me preocupa que mi hije tenga una cocinita, me preocupa que no aprenda a cocinar pero ve a su papá y a su mamá hacerlo casi todos los días y aprenderá también. No me preocupa que cargue una muñeca, me preocupa que cuando crezca si decide tener hijes no asuma los cuidados y sea un papá ausente. No me preocupa que tenga una varita mágica y se ponga mis tacones, quiero que sepa soñar, que use toda su magia para que su proceso de exploración y reconocimiento de su identidad sea desde el amor y la libertad de conciencia.
A mí sí me preocupa que mi hije piense que hay roles que se asumen por género y que se limite o limite a otras en sus capacidades. A mí me preocupa que mi hije piense que la orientación sexual, es decir, hacia donde se oriente su deseo tiene que estar determinado por los roles que se asumen y viceversa. A mí me preocupa que mi hije sea infeliz, ansioso por ser aceptade, deprimide por parecer no caber en este mundo limitado de conciencia y se convierta en una persona presa de las expectativas sociales. A mí me preocupa que mi hije sufra las consecuencias del odio a la diversidad que impera en nuestra sociedad y que le persigan, maten, acosen y violenten por ser quien quiera ser. Yo quiero un hije libre para amar(se). Por eso respondo a las preguntas diciendo que a mí no me preocupa criar a un hije gay, trans, no binarie, pero sí me preocupa, me aterra, criar a un misógeno, a un fundamentalista, un agresor, a un machito violento y violador o todas esas a la vez.