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Cuerpecito, cuerpezote: te honro y te agradezco.

I.

Recuerdo una vez que mi mamá y mi hermana mayor hablaban sobre lo que cambiarían de su cuerpo y me preguntaron ¿Qué cambiaría del mío? mi yo de ocho años no supo qué contestar. ¿Por qué querría cambiarme?

II.

Siempre he sido bien flaca, bajita, “pequeña”, finita, chiquita, con las nalgas paraditas y con la dicha de un buen par de tetas. No tengo esa belleza hegemónica, eurocentrista, patriarcal que impone la mirada llanita del género y del capitalismo, pero si llevo suficientes privilegios para haberme sentido cómoda en mi propia piel desde el principio. De hecho, aunque mi baja estura siempre me ha sido mencionada, nunca me había sentido pequeña o en desventaja.

Hasta que una vez él me dijo que le gustan grandes y yo era pequeña. Desde entonces nuestro sexo no fue igual y con todas me comparè. Todas grandes y yo pequeña. Se me achicó el alma. La "yo" del espejo ahora me odiaba. Eso sí que no había manera de cambiarlo. No hay cirugías, ni pastillas, nada que me hiciera crecer. Poco después me preñó y ahí me puse gigante. Mi barriga se puso enorme.

III.

Recuerdo que como a mis dieciséis años el ginecólogo ya me había dicho que cuando estuviera embarazada posiblemente sería cesárea por ser estrecha de caderas. Así dice mi mamá que le pasó. Me lo dijeron mis tías, la vecina,medio mundo. La historia es que ese parto estuvo cabronsísimo, pero lo parí. ¡Es cabezóncito, saben! y grande para mí, 7 libras y 21 pulgadas que cargué en este cuerpecito hasta las 41 semanas.

Yo soy grande y bien fuerte. Antes de parir ya tenía la pipa rajá, con líneas por todas partes “Ve ahorrando para la cirugía” me advirtió (con cara de pena) mami. A ella le pasó, se le quedó el pellejo en la barriga y luego de mucho tiempo soñándolo, se operó y la estiró. A mí la barriga se me tardó un montón en bajar. Parecía que tenía como seis meses de embarazo. La gente es bien atrevida, como si yo no tuviera espejo, a cada rato me lo recordaban, hasta Ma' con algún “apriétate esa faja bien”. ¡Oye! pero que presión nos meten con nuestras cuerpas, acababa de romperme sacando a un ser por mi vagina y esta gente pendiente a ver como me quedó la barriga.

IV

Yo jamás imaginé sentir vergüenza por cómo me vería. Que sentimiento tan feo. Pensar en que somos tantas personas experimentando ese disgusto me aterra. Lo peor es que sentía culpa porque me llegaban pensamientos de desprecio hacia el cuerpo que transportó a mi hijo, pensaba me convertía en una mal agradecida.

Yo sabía que ser mamá sería transformador, pero que duro tener que verlo a diario desde afuera. Visiblemente marcada para siempre. ¡Qué boba fui aquellos días! No me gusté y era bellísima. Todavía miro las fotos y siento nostalgia, sé que esos pensamientos no se irán del todo. Ya lo sé.

Así mismo, poco a poco una se acostumbra. La cuerpa y la mente se van acoplando a la nueva realidad y luego de un par de años les cuento que, aunque extraño mi antiguo abdomen, me gusta mucho en la mujerona que me he convertido. Así con las tetas derretidas, la piel estiraita y hasta las nalgas más blanditas. Las experiencias que he logrado gracias al transporte de mi templo me han llevado a mirarme al espejo y amarme otra vez. Me amo tal como soy.

En esta ocasión es un amor más bello. Me miro desde otro ángulo. Aceptando mis imperfecciones, agarrándome desde las inseguridades y reconociéndome las fortalezas. Este cuerpecito es candela, me disfruto y ahora sí que no hay pendejo que me vuelva a achicar. Yo soy grandísima.

Cargo un hogar yo solita, subo y bajo motetes yo solita, nos llevo a pasear a donde sea yo solita, me sé dar placer yo solita, y cuando me da la gana también me sé soltar y vuelo. Soy poderosa.

Miro los ojos de cría y todavía no me lo creo. ¿Que salió de mí esa belleza? y aunque hay días que los pellejos y la barriga de post parto me dan flojera, me recuerdo con paciencia que ahí hubo y hay magia. My sexyness is more than my booty.

Yo soy bella porque soy. Yo estoy rica porque me siento bien rica.

En fin, cuerpecito, cuerpezote, perdóname: Te honro y te agradezco.

-La luchona.

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