¿Una mamá puede usar marihuana?
Les cuento que a mis 23 años de edad probé la marihuana por primera vez. Estaba en mi 2do año de maestría, era estudiante y trabajadora. Entonces estaba muy activa en movimientos sociales y en luchas pro derechos humanos, anti coloniales, feministas, entre otros intereses que conservaba, como lo libros, la poesía y las canciones. Si me pongo a pensarlo, yo pasaba por el estereotipo de la "marihuanera" de la "UPItera" y en mi casa me decían a tono de burla "la machetera". La verdad es que aunque sí tenía afinidades políticas con movimientos como esos y me consideraba, igual que ahora, con un pensamiento de izquierda, no usaba la marihuana. Algunas de mis amistades lo hacían en ocasiones, pero yo ni siquiera bebía alcohol (cosa que aún prefiero) me recuerdo pasando mis jangueos con una botella de agua. Aunque seguro para algunas personas (que juzgan los libros por su portada) pues ya yo había fumado marihuana hacia rato. Es gracioso, porque yo era una persona que juzgaba mucho y fui aprendido con los años a cambiar eso, y a comprender que casi todo lo que pensamos de los demás es una proyección de nosotras mismas.
En el periodo universitario, de lucha y formación política fui aprendido algo sobre el cannabis y la legalización de esta planta, fui enterándome de los beneficios que otorga y demás, pero no había deconstruido mis ideas lo suficiente como para atreverme a consumirla.Yo crecí con las campañas de "un puerto rico sin drogas" y la acostumbrada guerra contra las drogas que ha mantenido una desinformación y manejo inadecuado del tema del uso de sustancias controladas. Bueno, pero ya ese es otro cantar, para abundar luego. Volvamos a mis 23, cuando con una amiga muy querida, decidí iniciarme en la "marihuana". Recuerdo que no sentí absolutamente nada, y así fue varias veces después. Yo siempre he padecido de mucha ansiedad, pero en el periodo de realizar mis estudios postgrado las responsabilidades que tenía exacerbaron muchísimo esa respuesta de la cuerpa. Así que decidí comenzar a consumir la marihuana ocasionalmente, la usaba para estudiar, o para dormir, y algunas veces la utilice de manera recreacional. La historia es larga, e interesante, pero el dilema llegó cuando en el 3er año de la maestría quedé embarazada, y esperaba con ansias a mi hije.
En ese momento tuve que comenzar a orientarme nuevamente sobre la marihuana y su uso, para comprobar si era o no seguro durante el embarazo. La información que encontré fue muy poca, la criminalización de esta planta hace que sea mucho más difícil hacer investigaciones fidedignas, que apoyen a la sociedad a hacer un uso responsable de está planta mágica. Lo poco que conseguí aseguraba que el uso bajo, no regular, de marihuana durante el embarazo era seguro y no tendría consecuencias al feto, pero otras decían lo contrario y también lo aseguraban. Ante ese vacío opte por eliminar por completo el consumo de marihuana, fue muy fácil, no experimente ningún problema para desapegarme, más allá de que por supuesto si hubiera tenido la seguridad de que no conllevaría riesgo hubiera preferido mantener el consumo, que aunque ya de por sí era poco, sería nulo en esas 40 semanas de gestación.
Al momento de pensar en el parto, no opte por el uso de la marihuana durante ese momento por la misma razón de la falta de información que tenía. Sin embargo les confieso que me hubiera encantado poder utilizar esta planta en el parto, y experimentar sus beneficios para relajar la cuerpa, la mente, incluso reconociendo que en la partería digamos "antigua", era una droga que se utilizaba para la inducción y apoyo de los partos. En cuanto dí a luz a mi hijo, decidí mantenerme sin utilizar la marihuana durante los primeros 6 meses de lactancia a tiempo completo, aunque luego leí que no pasa a la leche, ni tiene efectos sobre el bebé (pero sigue faltando información e investigación sobre el tema). Al momento de comenzar la alimentación complementaria entonces comencé a utilizar marihuana de un modo esporádico, 1 o 2 veces por semana y pocas veces al día. La razón por la que volví a utilizarla fue porque comencé a padecer de una ansiedad mucho más elevada que antes, experimentaba sin saberlo una depresión post parto que no estaba tratando. Decidí entonces obtener una licencia de cannabis medicinal, y comencé a sentir y tener los beneficios del CBD y del THC de la planta de la marihuana. Lo utilizaba en gotas sublinguales, comestibles, aceite y flor,de todas las maneras posibles, pero dependiendo de los beneficios que quería obtener, del espacio en el que estaba o estaría, y de las tareas que debía asumir.
Desde entonces, he continuado utilizando la marihuana, y en gran medida ha sido mi "medicina" para calmar la ansiedad, ataques de pánico, depresión, entre otros síntomas con los que la cuerpa me avisó que debía asumir el proceso de sanar(me). Creo fielmente en la medicina natural, he tenido sus beneficios en múltiples ocasiones, incluso con el tratamiento de células cancerosas. Soy creyente de que la alimentación sana, y que nuestra mente es capaz de apoyar ese proceso. Siempre he tenido la certeza de que todo lo que necesitamos para sanar(nos) física, emocional, energética y espiritualmente, está en nosotres, en nuestra naturaleza, en la tierra con la que estamos conectadas aunque no seamos conscientes de ese vínculo y no le demos su espacio sagrado. El cannabis, me ha salvado, me hace reír cuando no puedo, me quita los espasmos después de noches dando teta sin dormir y en posiciones inimaginables, me ayuda a manejar mi ansiedad, y me apoyó a eliminar los pensamiento suicidas que durante el primer año después de parir padecí.
En la misma línea de reconocer los beneficios de la medicina natural, alternativa, y el trabajo holístico (mente, cuerpo, alma) con la salud, he conocido por la experiencia que la mente y el pensamiento afectan o benefician nuestra salud. Si nuestro pensamiento es negativo es tóxico a nuestra cuerpa, las hormonas y los químicos de nuestra cuerpa nos apoyan o nos limitan procesos de sanación. La marihuana, me ayuda a pensar diferente, a tener un sentido de perspectiva más amplio, a sentir la mente más clara, y por lo tanto cuando la utilizo sé que mi cuerpa está liberando canabinoides que activan las endorfinas, oxitocina y otras hormonas y químicos que hacen bien a mi cuerpa. Cuando la utilizo, lo hago consiente del modo en que funciona para mí, de la manera en que puedo aprovechar los beneficios y de la responsabilidad que su uso requiere.
Bueno,contarles esto, que es un verdadero tabú en esta sociedad en la que vivo, e incluso para mí, es liberador y poderoso. Me encanta la marihuana, me hace sentir mejor, me ayuda a regular mis emociones y energías, y por lo tanto, soy una mejor persona, una mejor mamá, y aunque siempre soy la mejor mamá que mi hije pudiera tener, amo encontrar en una planta, en esa naturaleza, una herramienta para mi placer. Y tú, cuéntame, ¿también eres una mamá que usa marihuana?